Es una historia de tres hermanas – Soledad, Julia e Irene –
que reciben frecuentes visitas de un joven; ellas, muy bonitas y jóvenes, él, un
caballero elegante, culto y simpático. Gracias a sus cualidades les conquista
el corazón. Lo que da inicio a pleitos entre ellas, por lo que piden al
caballero que se declare. Él ofrece escribir una décima en la que explicaría su
sentir, con la condición de que no usaría signos de puntuación, sino que cada
una de ellas y a su manera los colocaría.
1.- La décima sin
puntuación
2.- Soledad colocó los
signos de puntuación y dijo a sus hermanas: - La preferida soy yo. Procediendo
a leer la décima.
3.- Julia le dice: -
Siento mucho desilusionarte, pero a mí es a quien ama, escucha.
4.- Están equivocadas,
dijo Irene, es a mí a quien ama. Observen:
Sin resolver la duda, le piden al caballero sea él, quien escriba
los signos de puntuación, quedando de la siguiente manera:
Quedando así, resuelto
el problema; pero a la vez, demostrada la importancia que tiene el uso de los
signos de puntuación.