Esopo (griego)
Fábula
Llegado el invierno, un labrador encontró una víbora helada por el frío. Apiadado de ella, la recogió y la guardó en su pecho.
Reanimada por calor, la víbora recobró sus sentidos y mató a su bienhechor, el cual, sintiéndose morir, exclamó:
- ¡Bien me lo merezco por haberme compadecido de un ser malvado!