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sábado, 13 de enero de 2018

Chasca, la virgen del agua

Leyenda salvadoreña

Chasca era la diosa de los pescadores. Salía en la Barra de Santiago, en las noches con luna, remando sobre una canoa blanca. La acompañaba Acayetl, su amado. La pesca abundaba en esas noches.

Fue en un tiempo lejano. En la Barra vivía Pachacutec, un viejo rico, pero cruel. Tenía una hija, llamada Chasca, quien era muy bella, la que prometió en matrimonio al príncipe Zutuhil. 

Un día, Chasca, conoció a un pescador que vivía en la isla del Zanate, era un apuesto mancebo, llamado Acayetl. Se enamoraron y amaron.

Pachacutec se opuso a ese amor; sin embargo, todos los días, cuando el sol abría los ojos tras la montaña, Chasca escapaba de la choza, situada en un bosque de guarumos, y se iba a la playa, donde Acayetl desde su balsa le cantaba canciones.

Una mañana fue triste. La poza del Cajete amanecía dorada por el sol. Un viento frío que se arrastraba raspando los piñales vecinos, olía a mezcal. Triste y fría, triste y callada; triste y solitaria, así estaba la poza del Cajete.

De pronto una canoa apareció. Era Acayetl, corría, ya se acercaba a la playa, cuando entre los juncos de la orilla, un hombre oculto disparó una flecha. Era un enviado de Pachacutec. El pescador cayó muerto.

Cuando el mar se estaba poniendo rojo, un mujer gritó en la playa; era Chasca. Corrió loca en su dolor. Poco después volvía con una piedra atada a la cintura y se lanzó al agua. El mar tiró sus olas sobre el cuerpo de la virgen.

Cuando Pachacutec murió era una noche de luna. En esa anoche apareció por vez primera Chasca, en su canoa hecha de madera blanca, al lado de Acayetl.

En el paisaje de arena y sal, sobre el fondo negro del monstruo que se agita, a la luz serena de la luna llena, Chasca con su vestido de plumas, es la eterna nota blanca de la Barra.

Aún se le recuerda:

Pescador, salió la luna,
desenvuelve tu atarraya:
esta noche es de fortuna, 
pues ya viene, 
la hermosa canoa blanca.

Nada temas, Chasca es buena, 
no hay quien sea como Chasca
que le quita a uno la pena 
cuando sale
en su gran canoa blanca. 

miércoles, 25 de octubre de 2017

El café una bebida popular en El Salvador

El café, bebida intelectual por excelencia.

Así describe el Dr. David Joaquín Guzmán, a la bebida preparada con los granos de cafeto. Aseveración cierta o no, pero que merece nuestra consideración.

Su recolección ha sido motivo de inspiración, tal como sucede con la composición titulada: “Las cortadoras”, de Francisco Antonio Lara Hernández, conocido como Pancho Lara, escritor salvadoreño nacido en el departamento de Santa Ana, y de manera específica en la Hacienda La Presa, antes de que formara parte de lo que hoy es el municipio de El Congo, su asiento de nacimiento se encuentra en Armenia, departamento de Sonsonate.

Origen

Se cree que Etiopía fue la cuna del café y los árabes quienes se encargaron de expandirlo. El origen de su cultivo está rodeado de abundantes aspectos mitológicos; pero no se precisa una fecha exacta. El Ingeniero Agrónomo Gabriel Gómez (mexicano), autor de “Cultivo y beneficio del café”, recopila información relacionada, que vale la pena considerar y estudiar (Revista de Geografía Agrícola).

En el siglo XVII el cultivo del cafeto era desconocido en América; lo que no es óbice para aseverar que otras regiones del planeta, especialmente África (Etiopía) sí lo conocían.

Se dice que fue un alférez de la marina francesa quien lo introdujo en el continente. Resulta que a Mr. Declieux, le confiaron bajo su cuidado el transporte de dos arbolitos traídos de Arabia en su viaje hacia la isla francesa de Guadalupe. Durante el viaje el agua escaseó; relatan que el alférez utilizó su ración del vital líquido, para salvar las plantitas que estaban a punto de perecer; logrando así, que llegaran a salvo a las Antillas, donde fueron cultivadas con éxito, pues lograron adaptarse al suelo y clima de la región. Posteriormente se propago a las tierras fértiles de Centro América continental y América del Sur.

Historia del cultivo en El Salvador

En El Salvador se cultiva café desde la época colonial (se desconoce la fecha en que se introdujo), según un informe del año 1824 en algunas comunidades rurales lo cultivaban, pero para consumo local; sin embargo, es hasta los años de 1840 a 1850, en que se piensa en su exportación, ello debido a la crisis de los precios del añil en el mercado.

Según David Browning, su importancia económica fue demostrada, supuestamente, por un inmigrante brasileño, Antonio Coelho, quien en el año de 1840 compró una hacienda (la llamó “La Esperanza”) en las afueras de San Salvador, y ahí plantó cafeto.

En atención a la importancia que dicho cultivo conseguía de manera gradual, el Decreto Legislativo, publicado en el Diario Oficial (se denominó originalmente Gaceta Oficial) del 13 de marzo de 1847, consideraba entre otras cosas, lo siguiente:

“Considerando que los salvadoreños por inclinación y por las condiciones naturales del país, están llamados a dedicarse a la agricultura, más que a cualquier otra forma de ocupación; que las estimaciones del valor del añil y del azúcar han deteriorado, y que es necesario estimular la producción de otras cosechas con exenciones y premios y que en la actualidad se está experimentando con el café…”

Ahora bien, los primeros granos de café son exportados a fines del año 1855. Al crearse (año 1856) el primer colorante sintético en Europa, el añil fue perdiendo poco a poco su importancia como producto de exportación.

A fin de promover el cultivo del café, el General Gerardo Barrios (1859 – 1865), mediante decreto otorgaba terrenos baldíos en la zona de Santa Tecla (Nueva San Salvador, fundada después del terremoto de 1854 en San Salvador) a quienes se comprometían a cultivar dos tercios de la extensión del terreno con el relacionado cultivo.

En la década de 1890 el café representaba el 80 por ciento de las exportaciones. Haber adoptado al café como principal producto de exportación, tuvo efectos positivos en la economía, mejoró la capacidad del Estado para cobrar impuestos; asimismo, impulsó el cambio en la forma de tenencia de la tierra y se empezó a desarrollar el sistema bancario. Su cultivo está en crisis en la actualidad, por asuntos de orden político (reforma agraria) y económico (costos de producción y bajos precios en el mercado internacional), pero además, por el ataque de las plagas, especialmente la roya del cafeto, la que ha dañado los cafetales en El Salvador y otros países.

Especies

Existen diferentes especies de cafetos originarias de África tropical (Congo), Islas Macareñas, Asia; sin embargo, el más conocido es el de Arabia (Coffea arabica)  y que por supuesto tiene distintas variedades, entre las que se citan: Moka, Borbón, Martinica, Brasil, Java, Haití, México y Centroamérica.   

Componentes, propiedades y beneficios

El grano de café tiene distintos componentes, entre los que sobresalen: materias grasas, glucosa, cafeína, trigonelina, ácido cafetánico, aceites esenciales aromáticos, sustancias minerales, celulosa, ácido quínico y clorogénico, dextrina y agua. El contenido de la bebida en una taza contiene magnesio, riboflavina, ácido pantoténico, manganeso, potasio y niacina. Es un estimulante energético; al punto de ser considerada como la bebida intelectual por excelencia, pues ayuda a coordinar las ideas, propiciando un flujo de las mismas, de manera clara y abundante.

La cafeína es el principio más importante del café; se usa para combatir jaqueca y neuralgias y hasta como reconstituyente. En relación a la Trigonelina, ha recibido especial atención, pues a este componente se le atribuyen propiedades antitumorales (anticancerígenos). Sobre el ácido clorogénico, presente en la bebida, se dice que tiene efectos antioxidantes; de ahí, que su consumo protege las neuronas de los radicales libres (dañan las células del organismo). A la bebida preparada con los granos de cafeto se le atribuyen diferentes propiedades medicinales preventivas; reducen el riesgo de padecer diabetes tipo II, demencia y enfermedad de Parkinson (Alzheimer).

Efectos adversos

Existen muchos mitos, desde que provoca migraña, insomnio, en fin; sin embargo, cada persona conoce su organismo y la reacción que le provoca su consumo; muchos dicen que tomar café es dañino, sin embargo, no es el café en sí mismo, sino que depende de cada organismo. Ahora bien, de los efectos negativos, los que más llaman la atención, son los siguientes:

a) El consumo excesivo de cafeína afecta la capacidad reproductiva en la mujer.
b) Las mujeres que consumen café en exceso, durante el embarazo corren el riesgo de tener hijos con bajo peso al nacer.

El café es una bebida disfrutada por miles de salvadoreños; independientemente de sus beneficios, simplemente es una costumbre, un hábito, al que por supuesto, muchos llaman adicción.


No en todas las personas producirá efectos adversos, ahora bien, de sentirlos, lo mejor evitar su uso. Sí es importante que cualquier duda con respecto al uso de esta bebida o malestar que provoque, se consulte con un médico, él tiene la capacidad (facultado) para recomendar su uso o no. 

Este artículo se encuentra publicado en otra plataforma (http://www.articulo.tv/El-cafe-bebida-intelectual-por-excelencia_25087).

miércoles, 19 de abril de 2017

Conjugación del verbo "oír"

INFINITIVO: oír
GERUNDIO: oyendo
PARTICIPIO: oído
INFINITIVO COMPUESTO: haber oído
GERUNDIO COMPUESTO: habiendo oído

MODO INDICATIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo oigo
Tú oyes
Él oye
Nos. oímos
Vos. oís
Ellos oyen

Pretérito imperfecto
Yo oía
Tú oías 
Él oía
Nos. oíamos
Vos. oíais
Ellos oían

Pretérito (perfecto simple, indefinido)
Yo oía
Tú oíste 
Él oyó
Nos. oímos
Vos. oísteis
Ellos oyeron

Futuro
Yo oiré
Tú oirás 
Él oirá
Nos. oiremos
Vos. oiréis
Ellos oirán

Condicional (Pospretérito)
Yo oiría
Tú oirías 
Él oiría
Nos. oiríamos
Vos. oiríais
Ellos oirían

MODO INDICATIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo he oído
Tú has oído 
Él ha oído
Nos. hemos oído
Vos. habéis oído
Ellos han oído

Pretérito pluscuamperfecto (Antecopretérito)
Yo había oído
Tú habías oído
Él había oído
Nos. habíamos oído
Vos. habíais oído
Ellos habían oído

Pretérito anterior (Antepretérito)
Yo hube oído
Tú hubiste oído
Él hubo oído
Nos. hubimos oído
Vos. hubisteis oído
Ellos hubieron oído

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo habré oído
Tú habrás oído
Él habrá oído
Nos. habremos oído
Vos. habréis oído
Ellos habrán oído

Condicional perfecto (Antepospretérito)
Yo habría oído
Tú habrías oído
Él habría oído
Nos. habríamos oído
Vos. habríais oído
Ellos habrían oído

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo oiga
Tú oigas 
Él oiga
Nos. oigamos
Vos. oigáis
Ellos oigan

Pretérito imperfecto (Pretérito)
Yo oyera u oyese
Tú oyeras u oyeses 
Él oyera u oyese
Nos. oyéramos u oyésemos
Vos. oyerais u oyeseis
Ellos oyeran u oyesen

Futuro
Yo oyere
Tú oyeres 
Él oyere
Nos. oyéremos
Vos. oyereis
Ellos oyeren

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo haya  oído
Tú hayas  oído
Él haya oído
Nos. hayamos oído
Vos. hayáis oído
Ellos hayan oído

Pretérito pluscuamperfecto (Antepretérito)
Yo hubiera o hubiese oído
Tú hubieras o hubieses oído
Él hubiera o hubiese oído
Nos. hubiéramos o hubiésemos oído
Vos. hubierais o hubieseis oído
Ellos hubieran o hubiesen oído

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo hubiere oído
Tú hubieres oído
Él hubiere oído
Nos. hubiéremos oído 
Vos. hubiereis oído
Ellos hubieren oído

MODO IMPERATIVO

Presente
Oye tú
Oiga él
Oigamos nosotros
Oid vosotros
Oigan ellos

FUENTE: Conjugación Larousse

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Conjugación del verbo "derretir"

INFINITIVO: derretir
GERUNDIO: derritiendo
PARTICIPIO: derretido
INFINITIVO COMPUESTO: haber derretido
GERUNDIO COMPUESTO: habiendo derretido

MODO INDICATIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo derrito
Tú derrites 
Él derrite
Nos. derretimos
Vos. derretís
Ellos derriten

Pretérito imperfecto
Yo derretía
Tú derretías 
Él derretía
Nos. derretíamos
Vos. derretíais
Ellos derretían

Pretérito (perfecto simple, indefinido)
Yo derretí
Tú derretiste 
Él derritió
Nos. derretimos
Vos. derretisteis
Ellos derritieron

Futuro
Yo derretiré
Tú derretirás 
Él derretirá
Nos. derretiremos
Vos. derretiréis
Ellos derretirán

Condicional (Pospretérito)
Yo derretiría
Tú derretirías 
Él derretiría
Nos. derretiríamos
Vos. derretiríais
Ellos derretirían

MODO INDICATIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo he derretido
Tú has derretido 
Él ha derretido
Nos. hemos derretido
Vos. habéis derretido
Ellos han derretido

Pretérito pluscuamperfecto (Antecopretérito)
Yo había derretido
Tú habías derretido 
Él había derretido
Nos. habíamos derretido
Vos. habíais derretido
Ellos habían derretido

Pretérito anterior (Antepretérito)
Yo hube derretido
Tú hubiste derretido 
Él hubo derretido
Nos. hubimos derretido
Vos. hubisteis derretido
Ellos hubieron derretido

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo habré derretido
Tú habrás derretido 
Él habrá derretido
Nos. habremos derretido
Vos. habréis derretido
Ellos habrán derretido

Condicional perfecto (Antepospretérito)
Yo habría derretido
Tú habrías derretido 
Él habría derretido
Nos. habríamos derretido
Vos. habríais derretido
Ellos habrían derretido

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo derrita
Tú derritas 
Él derrita
Nos. derritamos
Vos. derritáis
Ellos derritan

Pretérito imperfecto (Pretérito)
Yo derritiera o derritiese
Tú derritieras o derritieses 
Él derritiera o derritiese
Nos. derritiéramos o derritiésemos
Vos. derritierais o derritieseis
Ellos derritieran o derritiesen

Futuro
Yo derritiere
Tú derritieres 
Él derritiere
Nos. derritiéremos
Vos. derritiereis
Ellos derritieren

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo haya derretido 
Tú hayas derretido 
Él haya derretido
Nos. hayamos derretido
Vos. hayáis derretido
Ellos hayan derretido

Pretérito pluscuamperfecto (Antepretérito)
Yo hubiera o hubiese derretido
Tú hubieras o hubieses derretido 
Él hubiera o hubiese derretido
Nos. hubiéramos o hubiésemos derretido
Vos. hubierais o hubieseis derretido
Ellos hubieran o hubiesen derretido

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo hubiere derretido
Tú hubieres derretido 
Él hubiere derretido
Nos. hubiéremos derretido
Vos. hubiereis derretido
Ellos hubieren derretido

MODO IMPERATIVO

Presente
Derrite tú
Derrita él
Derritamos nosotros
Derretid vosotros
Derritan ellos

Fuente: Conjugación Larousse

lunes, 26 de diciembre de 2016

Conjugación del verbo prever

INFINITIVO: prever
GERUNDIO: previendo
PARTICIPIO: previsto
INFINITIVO COMPUESTO: haber previsto
GERUNDIO COMPUESTO: habiendo previsto

MODO INDICATIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo preveo
Tú prevés 
Él prevé
Nos. prevemos
Vos. prevéis
Ellos prevén

Pretérito imperfecto
Yo preveía
Tú preveías 
Él preveía
Nos. preveíamos
Vos. preveíais
Ellos preveían

Pretérito (perfecto simple, indefinido)
Yo preví
Tú previste 
Él previó
Nos. previmos
Vos. previsteis
Ellos previeron

Futuro
Yo preveré
Tú preverás 
Él preverá
Nos. preveremos
Vos. preveréis
Ellos preverán

Condicional (Pospretérito)
Yo prevería
Tú preverías 
Él prevería
Nos. preveríamos
Vos. preveríais
Ellos preverían

MODO INDICATIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo he previsto
Tú has previsto 
Él ha previsto
Nos. hemos previsto
Vos. habéis previsto
Ellos han previsto

Pretérito pluscuamperfecto (Antecopretérito)
Yo había previsto
Tú habías previsto 
Él había previsto
Nos. habíamos previsto
Vos. habíais previsto
Ellos habían previsto

Pretérito anterior (Antepretérito)
Yo hube previsto
Tú hubiste previsto 
Él hubo previsto
Nos. hubimos previsto
Vos. hubisteis previsto
Ellos hubieron previsto

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo habré previsto
Tú habrás previsto 
Él habrá previsto
Nos. habremos previsto
Vos. habréis previsto
Ellos habrán previsto

Condicional perfecto (Antepospretérito)
Yo habría previsto
Tú habrías previsto 
Él habría previsto
Nos. habríamos previsto
Vos. habríais previsto
Ellos habrían previsto

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS SIMPLES

Presente
Yo prevea
Tú preveas 
Él prevea
Nos. preveamos
Vos. preveáis
Ellos prevean

Pretérito imperfecto (Pretérito)
Yo previera o previese
Tú previeras o previeses 
Él previera o previese
Nos. previéramos o previésemos
Vos. previerais o previeseis
Ellos previeran o previesen

Futuro
Yo previere
Tú previeres 
Él previere
Nos. previéremos
Vos. previereis
Ellos previeren

MODO SUBJUNTIVO
TIEMPOS COMPUESTOS

Pretérito perfecto (Antepresente)
Yo haya previsto
Tú hayas previsto 
Él haya previsto
Nos. hayamos previsto
Vos. hayáis previsto
Ellos hayan previsto

Pretérito pluscuamperfecto (Antepretérito)
Yo hubiera o hubiese previsto
Tú hubieras o hubieses previsto 
Él hubiera o hubiese previsto
Nos. hubiéramos o hubiésemos previsto
Vos. hubierais o hubieseis previsto
Ellos hubieran o hubiesen previsto

Futuro perfecto (Antefuturo)
Yo hubiere previsto
Tú hubieres previsto 
Él hubiere previsto
Nos. hubiéremos previsto
Vos. hubiereis previsto
Ellos hubieren previsto

MODO IMPERATIVO

Presente
Prevé tú
Prevea él
Preveamos nosotros
Preved vosotros
Prevean ellos

Fuente: Conjugación Larousse

domingo, 30 de octubre de 2016

Egipto (mitología)

Durante el período de Menfis uno de los grandes dioses fue Ptah. Considerado como el creador de todo. Suponían los egipcios que estaba encarnado en el buey apis, animal sagrado al que se veneraba y a quien lo sacerdotes rodeaban de cuidados especiales. Posteriormente, Ra, dios Sol, fue considerado como poderosa deidad.  Era considerado por los egipcios como el jefe de todos los dioses. Del Caos primitivo separó el cielo, la tierra, el aire y el agua. El cielo y la tierra engendraron dos parejas: Osiris e Isis; y Set y Neftis. La primera pareja introdujo la civilización al mundo; y la segunda, el mal y la muerte.

Ra tenía el cielo por residencia, navegaba en dos barcas distintas; una en el día y otra en la noche. Osiris, subordinado a Ra, era el dios de la vegetación, de la fuerza fertilizadora del Nilo; y se le llegó a considerar como vencedor de la muerte y el dios de la resurrección. Enseñó a los hombres las artes de la pesca y el cultivo de la tierra. Su hermano Set lo asesinó, cortando su cuerpo en pedazos, que arrojó por todos los rumbos. Isis, esposa de Osiris, ayudada por su hijo Horus y por los dioses Tot y Anubis recogió todos los pedazos y formó una momia. Horus y Tot le devolvieron la vida, con mágicas ceremonias; pero Osiris no volvió a habitar entre los hombres y pasó a la morada de los dioses, donde juzga a las almas de los muertos y elige a los buenos para que a su lado disfruten de la felicidad de los dioses.

Hindúes (mitología)

Según la mitología hindú, lo primero que existió fue un huevo de oro; de este nació el dios Brahma. Fue él quien creo cielo, tierra, sol, luna, estrellas, animales, plantas y por supuesto al hombre. A este último le infundió espíritu por medio de un soplo y así fue como cada uno lleva una parte del dios.

En Brahma están concentrados los tres grandes poderes; crear, conservar y destruir. El primero está representado por el mismo Brahma, el segundo por Vischnu y el tercero, por Siva. Estos poderes se manifiestan en las cosas. La mitología hindú tiene cuatro dioses más: 
a) Indra: dios del cielo, lluvia, trueno, rayo, relámpago, tormentas. 
b) Agni: dios del fuego.
c) Yama: dios de los infiernos.
d) Surya: dios del sol.

Mesopotamia (mitología)

Los babilonios divinizaron la tierra, ríos, montañas, viento; sobre todo, a los astros, donde según ellos moraban los dioses más terribles. 

En los primeros tiempos de Súmer y Acad cada una de las grandes ciudades de la mesopotamia tuvo dioses particulares. Cuando Babilonia dominó todo el territorio de Caldea, Marduc fue el principal dios y se impuso a los anteriores, de los tiempos de Súmer y Acad que eran dos poderosas trinidades, la primera, Anu (el cielo), Entil (el aire) y Ea (el agua); la segunda, Sin (la luna), Shamash (el sol) e Ishtar (Venus), esta última, diosa de la belleza, del amor y la fecundidad.

Al dios Marduc se le consideró como hijo de Ea y se le rindió culto como rey de los dioses, siendo este dios el que intervino en la formación del mundo. 

Antes de nacer los dioses, solo existía el Caos, Tiamat, quien en un día, cansado del desorden, engendró a los dioses y estos crearon el cielo, la tierra, el mar y los hombres para que les sirvieran. 

El Caos se arrepintió de su obra y para destruirla, luchó contra los dioses, quienes lo vencieron, gracias a la intervención de Marduc, quien mató al Caos. Después Marduc reunió a una asamblea de dioses y fue reconocido como jefe. Marduc residía en el planeta Júpiter.

Los babilonios creían que cada hombre tenía un genio protector que lo acompañaba siempre, que cumplía su compromiso con los dioses. De lo contrario, el genio se retiraba y el dios agraviado le mandaba un demonio que se introducía en el cuerpo y lo torturaba. Para librarse del demonio, los hombres podían acudir a los magos, quienes lo ahuyentaban por medio de palabras, gestos y ciertas fórmulas. Para precaverse del demonio, los babilonios usaban amuletos protectores.

Los muertos se iban al lado de Nergal, dios del país de donde no se vuelve, rodeado de murallas y protegido por guardianes. El cadáver se enterraba debajo de una de las habitaciones de la casa y todos los meses los parientes le ofrecían sacrificios para evitar que se convirtiera en un demonio.