1.- Los arbolarios
Era de verlos, cuando la tormenta venía bramando despedían chispas por sus ojos barcinos (rojo). Eran mujeres malas y dejaban destrucción por donde pasaban.
Si en las tardes borrascosas se oía un ruido sordo (sin claridad), era porque venían montados sobre palos secos, pequeños y terribles. Caían sobre las milpas y las tronchaban (destrozar violentamente). Se convertían en lagartijas o culebras y mordían a los curiosos.
2.- Los dioses
Los pipiles (pueblos indígenas del centro y occidente de El Salvador) tenían muchos dioses. Teotl, creador, padre de la vida; Teopantli, regula el cielo y la tierra; Tónal, esposo de Metzti (Sol y Luna); tenían dioses para diferentes manifestaciones, por ejemplo: Tlaloc, del agua; Camaxtli, de la guerra; Teomikistli, de la muerte; Lulin, del infierno; Centeotl, diosa del maíz, y Cuetzpalin, diosa de la riqueza.
Entre los chortis de Chalatenango, Acat, dios de la vida; A - Balam, dios de los bosques; Abolok - Balam, de la cosecha; Chaac, inventor de la agricultura, dios de los truenos y relámpagos; Ahulneb, dios guerrero; Ixchebel - Yak, diosa de la pintura; Zuhuy - Kak, virgen del fuego; Ixchel, diosa de la medicina; Xocbitún, dios del canto; Pizlintec, de la música y poesía; Citbolontun, dios de la medicina; Ah - Tubtún, que escupía piedras preciosas.
Habiendo leído lo anterior, podemos concluir con lo siguiente:
La riqueza cultural de los pueblos es un legado que debemos valorar y respetar.